- Por qué, con tus encantamientos infernales, me has arrancado la tranquilidad de mi primera vida... El sol y la luna brillaban para mi sin artificio: me despertaba entre apacibles pensamientos, ya al amanecer plegaba mis hojas para hacer mis oraciones. No veía nada de malo, pues no tenía ojos; no escuchaba nada malo, pues no tenía oídos; ¡Pero me vengaré!
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